Como el sol en el ocaso así vive la actual gestión sus últimos últimos al frente
del Gobierno Regional de Lima, que encabeza Javier Alvarado junto a su séquito de funcionarios y ayayeros.
Cuatro años de gestión que
dejan un sinsabor de escándalos marcados por las denuncias que coronaron al
actual mandatario desde mucho antes de asumir el poder y que incrementó en su
curriculum tras ser juramentado como presidente de las nueve provincias.
Hagamos un repaso, resulta
de más, mencionar el caso FINVER o Telefónica que desde Cañete hacían eco, como
címbalo que resuena en medio de una banda que parecía disiparse en la
distancia.
El primer escándalo que afrontaría
Alvarado, se lo debe agradecer a Lita Román, su vice presidenta, quien a lo
ocho meses de gestión asumió el mando de la región tras un viaje de capacitación,
que el presidente hiciera.
Horrorizada, Román, aseguraba
haber descubierto una serie de actos presuntamente irregulares en la
administración que alcanzaban al gerente general, Luis Fernández estrella; esto
habría motivado que no se le permitiera el ingreso al despacho presidencial y
se viviera todo un caos que finalmente terminó por defenestrarla del Gobierno
Regional al regreso del rey toro.
El segundo escándalo, es uno
más propio para Huacho, en todos sus colores, pues nadie olvida, la inefable
frase que acuñara Enith Díaz Rodríguez, directora de la UGEL 09, quien
aseguraba no querer volver a Huacho “ni siquiera por la carretera”; un acto que
le generaría el rechazo y ser declarada persona no grata en la región, pero que
no fue impedimento para que Alvarado la “reubicara” en Barranca, lo que nos
hace pensar que tal vez la llevó a esa provincia en barco o en avión.
El tercer escándalo, llegaría
de la mano de uno de sus aliados de campaña y que lo acompañara en el primer
año de travesía, nos referimos a Miguel Ángel Mufarech, quien tras vivir una
luna de miel con el oficialismo, se convirtió en uno de los opositores más recalcitrantes,
denunciando actos presuntos de corrupción; no sabemos que fue, pero lo cierto
es que Alvarado empezaba a repeler a sus aliados y otrora defensores.
El cuarto escándalo, era
como un flashback que alcanzó a la
consejera de Cañete Liliana Torres, a quien un juzgado de esa provincia dispuso su ubicación y orden de captura a
nivel nacional para la lectura de sentencia por el caso Telefónica-Asia, que
mediante un habeas corpus logró librar; un ejemplo, que meses más tarde
Alvarado seguiría con resultados similares.
El quito escandalo vendría de
las mismas entrañas de la administración de Javier Alvarado, luego que el
entonces director regional de producción, Manuel Díaz Carrillo, mostrara su alejamiento del toro denunciando
la vanidad que envuelve a Alvarado y una serie de hechos que él consideraba
irregulares; y pensar que este personaje fue la roca fuerte de Patria Joven en
el norte chico, durante la campaña pasada; sin duda, algo tenía ese toro que
horrorizaba a todos.
El último, como un abortivo, vendría luego que
el Consejo Regional de Lima conformara una comisión que investiguara los
presuntos vínculos entre Javier Alvarado y Oscar Lopez Meneses; personajes que
estudiaron en el CAEM y que esto habría conllevado a la adquisición de más de
100 ambulancias por un mismo proveedor, según el sustento del pedido.
Es indudable mencionar otros
casos como Cancaya, la sede, las laptops, la paralización de la factibilidad
del Hospital Regional de Huacho o la falta de equidad en la distribución del
presupuesto regional, y el pin pon de denuncias entre Lita Roman y Alvarado que
se convirtió en una telenovela barata junto a un antagonista de corte bufonesco, Rogger Taboada.
Sea como fuese lo cierto es
que Alvarado pasará a la historia por ser el presidente regional que polarizó
el norte y sur de la región en un sentimiento profundo que nos alejó mas que la
distancia que Lima Metropolitana impone en territorio.
Un presidente regional que
se vanagloria por alcanzar los primeros lugares en capacidad de gasto pero que no
refleja las obras de impacto para la región, que no cumplió su promesa de trasladarse
al palacio regional el primero de enero del 2011 y que pasó a ser considerado “el
super alcalde” por regalar cemento, toretes y laptops en una actitud populista
y endulsada con un verbo florido. Ojala dios se acuerde de la región y sus
nueve provincias; y como reza un viejo dicho, apago el televisor, click.
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