El escritor uruguayo Eduardo Galeano habló en una
entrevista sobre la participación de la selección nacional en Berlín 36, una
“historia de dignidad” según él.
Por:
Raúl Cachay
El
escritor Eduardo
Galeano es
uno de los pocos intelectuales latinoamericanos que no han temido abordar el
asunto futbolístico con la misma pasión y entrega de un hincha que visita las
tribunas de los estadios todos los domingos. De hecho, su libro ‘El fútbol a sol y sombra’ es
un clásico: uno de los pocos motivos de regocijo disponibles para aquellos
lectores que buscan armonizar sus afectos por el balompié y la buena
literatura.
Galeano,
en “Espejos, una historia casi universal”, del 2008, recoge un episodio
futbolero que involucra al Perú, la mítica
gesta de los olímpicos del 36, y hace muy poco volvió a hablar de
esa piedra fundacional de la mitología deportiva nacional en una entrevista
para la TV de su país. En diálogo con la periodista Sonia Breccia, que es
recogido por lamula.pe, el escritor reconoce que no conocía la historia, pero
que cuando se la contaron sintió de inmediato que se trataba de algo que debía
difundir. Aquí la versión oficial de la FIFA y a
continuación lo que dice Galeano.
“Así como lo que más nos gusta de la selección uruguaya que jugó
en Sudáfrica fue su sentido de la dignidad, esta es una historia muy linda, que
tiene que ver con la dignidad. En los Juegos del 36, que fueron
organizados por Hitler para demostrar la superioridad de la raza aria, él
estaba frente al palco, en un sitial de privilegio en el estadio de Múnich,
asistiendo al partido entre Perú y Austria, su tierra de origen […]. Perú ganó
4 a 2, a pesar de que el árbitro, para evitarle disgustos al “Führer”, anuló
tres goles peruanos. Imagínate cómo le cayó a Hitler eso. […] Esa misma noche
los dirigentes se reunieron y anularon el partido. Entonces, la delegación
peruana, en un ejemplo de dignidad, se retiró de los Juegos. Puede parecer una
pequeña historia, pero creo que tiene mucho que ver con las diversas
dimensiones que tiene el fútbol, que es a veces una fuente de dignidad
colectiva. Esto tendría que enseñarse en las escuelas: “Saben una cosa, niños,
nosotros pertenecemos a un país que humilló a Hitler”. ¿No sería lindo empezar
una clase así?”.
OLÍMPICA CONTROVERSIA
No obstante, pese al entusiasmo de Galeano y el orgullo que generó la epopeya de Lolo Fernández, “Manguera” Villanueva y los demás integrantes de aquel seleccionado entre las generaciones posteriores, hace algunos años surgieron algunas voces que pretendieron “derribar el mito” de la participación peruana en Berlín.
El
destacado periodista Luis Carlos Arias Schreiber, en un artículo incluido en el libro ‘Ese gol existe’,
reunió diversas pruebas y documentos que demostrarían que aquel partido no se
anuló por una disposición nazi sino porque un “millar” de hinchas peruanos
invadieron el campo y agredieron a los jugadores europeos, que además habrían
sido todos aficionados y no integrantes del célebre “Wunderteam” que causó
sensación en aquella época. Para demostrarlo, como ya se dijo, se basa
fundamentalmente en documentos y archivos de la época, también bastante
discutibles si reparamos en que muchos de ellos fueron redactados durante el
régimen más sangriento y corrupto del pasado siglo.
El antropólogo Aldo Panfichi, editor de la mencionada
publicación, afirmó en una entrevista publicada por El
Comercio tres
años atrás: “La investigación cuidadosa de los hechos que se sucedieron en las
Olimpiadas de Berlín pone en evidencia que esta imagen del Perú como víctima no
se ajusta a la realidad”. Y califica el hecho como “una exageración, una
construcción fantasiosa que nos permite imaginarnos que pudimos ser campeones
pero que nos robaron el título”.
Está
claro que hay episodios de nuestra historia en los que nunca podremos tener una
versión definitiva y concluyente. Algunos, esos que de alguna manera han
contribuido a forjar nuestra identidad como nación, deberían pertenecer al
ámbito de lo intocable. ¿Verdad o mentira? Nunca lo sabremos. Pero los
olímpicos del 36 no han dejado de ser héroes. Mejor recordarlos así.
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