Dan resultados sin siquiera
haber entrevistado a votantes y acomodarían a desconocidos en primeros
lugares
(ASÍ) Faltando
apenas 180 días para las elecciones municipales y regionales, aparecen nuevos
candidatos que esperan conquistar el repaldo popular a la hora del sufragio.
Si
bien es cierto algunos electores ya ha decidido su voto, la gran mayoría sigue
su vida normal esperando conocer los planes de gobierno o por lo menos sus
lineamientos fundamentales de cada una de las listas competidoras.
De
esta observación se puede cocluir que la gran mayoría aún no ha definido por
quién va a votar en Huacho, Barranca, Huaral, Cajatambo y Oyòn, igual que en
Lima Metropolitana y otras partes del país.
Sin
embargo, contraviniendo la legislación vigente por ahí empiezan a aparecer
sondeos de opinión que se permiten publicar sus pronósticos combinando una
serie de factores como la simpatía personal del candidato, la cantidad de
pintas que difunden su nombre, los colores y el logo de su partido, las
entrevistas en los medios de prensa y hasta los comentarios que al vuelo se
recogen en las calles.
Esto
no estaría mal porque en nuestro país hay libertad de opinión y cada quien
puede darlas a conocer sin que nadie se lo impida.
El
problema está en que hay personas inescrupulosas que envían emisarios a los
candidatos, especialmente aquellos que tienen mayor solvencia económica para
insinuarles lo conveniente que sería aparecer en lugares expectantes de una
encuesta.
Muy
sueltos de huesos avanzan su faena elaborando sus indicadores en la oficina, incrementando
aquí, recortando allá, calculando un margen para la opciòn No sabe – No opina,
de tal manera que la suma total les de 100 %.
(ASI) La
segunda parte de la faena es llevar los resultados preliminares a los clientes,
perdón, a los candidatos para darles a conocer que los resultados se van a
imprimir y difundir por toda la jurisdicción.
Como
resulta fácil de entender el propio candidato “bien batido” como se dice en el
argot de los vendedores de sebo de culebra, empieza a echar mano a la cartera,
porque no solamente quiere saber a qué distancia porcentual está del puntero,
sino cómo están los sus adversarios, especialmente aquellos que en determinados
distritos le pueden arrebatar el triunfo a sus compañeros de lista.
Dice
una máxima de la guerra que para alcanzar la victoria lo primero es conocer
bien al adversario, tanto como a las propias fuerzas.
Quien
no conoce al adversario, se desgastará en acciones inútiles y al final será
derrotado como la historia enseña.
Precisamente
para frenar la ambición desmedida de tanto encuestador suelto en plaza, en el
Perú solamente pueden realizar encuestas y difundirlas las empresas
encuestadoras debidamente registradas, que cuenten con organización, un
profesional responsable que analice los datos y que presente, junto con los
resultados el universo consultado, los lugares geográficos, la fecha, el
cuestionario y el número de encuestadores.
Aún
con todo, hasta las empresas que se supone más serias y aparecen en la
televisión de cobertura nacional, se dan maña para “colaborar” con candidatos y
partidos de su preferencia, como ha sucedido en todos los comicios electorales,
donde los candidatos “fijos” suelen ser derrotados en las urnas porque el
pueblo en la cabina de votación dirá la última palabra.
Y
así contra todas las encuestas, y la manipulación de los grandes medios, ganan
a veces los que estaban bien abajo porque significaban el salto al vacío,
demostrando que el pueblo prefiere arriesgarse con los denominados outsiders
antes que seguir en las mismas.
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